Mas si viendo tus ojos, ya se evoca
Del mismo paraíso el otro cielo,
Hay un mundo, como isla de consuelo
Y desesperación que en sed disloca.
Es esa golosina de tu boca
Donde la seducción, hecha señuelo,
En tus dientes teclea y alza el vuelo
Pájaro-arpegio de cristal de roca.
Allí la luz palpita y se madura
En lo fresco y jugoso. Traza rura
En breve incendio, el rojo y nos conjura
Al deleite que en flor revienta en grito,
Viendo al milagro concretarse en fruta
Que el beso guarda en brasas de infinito.
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