Levantaba, gigante en pensamiento,
Soberbios montes de inmortal memoria
Para escalar el cielo, en cuya gloria
Procuraba descanso mi tormento,
Cuando bajaron rayos por el viento,
Vestidos de venganza y de vitoria,
Y, renovando de Tifeo la historia,
La máquina abrasaron de mi intento.
Y ya Paquino, Lilibeo y Peloro
Me oprimen con pesada valentía,
Y mi pecho es ardiente Mongibelo.
Perdón, señora, pues mi culpa lloro;
No mostréis más, que son, a costa mía,
Vuestros ojos los rayos, vos el cielo.