Solo y desierto abrigo,
Vn tiempo compañía
Al solitario y triste ánimo mío,
Agora fiel testigo
De la congoxa mía,
Secreto valle, monte, soto y río,
Si el pecho elado y frío,
Vn tiempo ardor y herida
De dos almas vencidas,
Cuyos pechos y vidas
Fueron vn pecho, vn fuego y vna vida,
De su beldad me aparta
Fortuna cruda de ayudarme harta.
¿De qué me siruen quexas,
Si del quexarme viene
Mayor indignación a quien me sigue?
Tú, Filis, que me dexas,
Y el cielo, que me tiene
En el rigor del mal que me persigue,
Hazéis que no mitigue
El llanto su corriente
Y el alma sus cuydados,
Y su furor los hados,
-dura carga de vn ánimo doliente –
Por quien mi suerte amarga
Mi bien abreuia y mi tormento alarga.
Tan descaído siento
El fundamento flaco
A quien se atiene mi passada vida,
Que, si del sufrimiento
Qualquiera fuerça saco,
Luego se me trasluze que es perdida;
Que alma tan combatida,
Si de otra que su fuerça
No la remedia el cielo,
Ella contra su duelo
Vanamente se anima si se esfuerça;
Cuyo ánimo perdido
En nueuo daño queda conuertido.
Después que de los ojos
En quien hallé mi vida
Cruda estrella del cielo me diuide;
Los siempre rayos rojos
Del Sol, escurecida
Nube mirar su claridad me impide;
Y en quanto espacio mide
Clara y hermosa Luna,
No se descubre estrella
Que muestre su luz bella,
Sino la que denota mi fortuna,
Que ésta con llama ardiente
Amenaza mi vida eternamente.
Qualquier lugar me cansa
Donde no veo los ojos
Adonde tiene amor su gloria y pena:
Que la presencia mansa,
Como ha causado enojos,
También, si turba vn alma, la serena;
Vna esperança buena
Y vna gloria mal firme
Sustentan vna vida
Del cielo perseguida;
Mas vna ausencia concluyó de hundirme,
Que pudiendo acabarme
No se contentará con lastimarme.
¡Quántos montes y ríos,
Quánta agua y quánta tierra
Me esconden vnos ojos soberanos,
Que de los tristes míos
Leuantaron la guerra,
Por quie[n] triunfaron mis vencidas manos!
¡Quántos respetos vanos,
Quántos inconuenientes
De bienes mal seguidos
Me tienen escondidos
Los luzeros del cielo transparentes!
Mas como pueda el hado,
Crudo enemigo tengo en él prouado.
Tal estoy, que mirando
La lumbre de Diana
Entre los ojos de la noche escura,
Con mi mal regalando
Alguna estrella humana,
A quien aflixe amor con flecha dura,
Digo, si en tu luz pura,
O Luna, honor del cielo,
Tiene sus ojos puestos
-quando te miran estos
Tristes míos – la causa de mi duelo,
Más amorosamente
Miraré tu hermosura transparente.
Aqueste nueuo zelo
Puede tanto conmigo,
Que vn nueuo amante tiene en mí la Luna:
Yo la rondo y la zelo,
Yo la miro y la digo
Mis passiones y quexas de vna en vna;
Mas como mi fortuna
Azecha mis contentos,
Por acabar mi vida,
Con nube escurecida
Su blanca imagen cubre por momentos;
De cuyo agrauio indino
Nace vn dolor que ablanda mi destino.
Canción, yo veré presto si es possible
Mi alibio soberano,
Espíritu doliente o cuerpo humano.