Los hombres son cual naves que pasan en la noche. . .
¡Adónde van, adónde!
¡Qué negro está en redor
El mar! Chocan las olas con el casco, y producen
Un plañido monótono. . . Hace frío. Los astros
Se recatan; el viento su látigo implacable
Chasquea entre las sombras.
El pobre nauta tiembla de miedo. Las heladas
Garras de un gran enigma su corazón oprimen;
Sus esperanzas gimen
Solas y abandonadas,
Uniendo a los plañidos del agua su reproche.
En redor ¡cuántas cosas hostiles e ignoradas!
Los hombres son cual naves que pasan en la noche…
Pero de pronto el nauta mira al cielo: ¿es de un astro
Ese rayito pálido que desgarró la nube?
¡Fue la visión tan breve! Mas un sutil instinto,
Un no sé qué, en lo hondo del conturbado espíritu,
Le dice: “No estás solo. La noche es un engaño.
Dios hizo las tinieblas para obligar al triste
A que cierre los ojos y mire en su interior
La verdad escondida.
Si los ojos abiertos son para ver la vida,
Con los ojos cerrados es como ve el amor.
“La rosa del arcano tiene invisible broche;
Pero tenaz perfume, que denuncia el camino.
Los hombres son cual naves que pasan en la noche;
¡mas en el alma llevan un timonel divino!”