Mis resacas, amigos,
Nunca fueron de alcohol,
Sólo de desesperanza y de tristeza.
¿Debí tal vez
Confiaros mi debilidad
Y dejarme llevar,
Alegre y feliz,
Por lo vivido?
Preferí tener sobre los hombros,
Mala o buena, pero la mía, mi cabeza.
Cuando hice el idiota
Fue a conciencia.