Cuando nos vemos solos y el cuarto donde estamos
nos parece tan frío, tan lleno de humedad,
siempre nos enternece soñar con lo pasado
y buscar la celeste flor de la inmensidad…
Y nos vemos los ojos, infantiles y puros,
y nos vemos las manos cargadas de caricias,
y el jardín del hogar es grande como el mundo
y es hermosa la noche y es extensa la vida…
Que tristes son las horas de esta tarde en mi alma:
se caen las palomas de su rumbo en el cielo,
no hay astros suspendidos en la profunda nada,
mi voz es lluvia lenta que humedece mi anhelo…
Cuánta mar que se aleja perdido en mi nostalgia
y cuánta playa oscura, monótona y desierta…
Qué tristes son las horas de esta tarde en mi alma…
Cuánta voz en la sombra… y cuántas aves ciegas…
Estos días no dicen de mi eterno cansancio,
no dicen del silencio donde mi voz se esconde,
solo hablan del olvido con sus lentos letargos
y del rostro al que le hablo por siempre y no responde…
Hablan de invierno oscuro, de vientos que marean,
hablan de luz herida por puñales de hombre…
Nada dicen del canto donde mi voz es bella
y del sol que, aún niño, vuelve a decir mi nombre…
Cuando nos vemos solos que triste es descubrirse
con los ojos ausentes mirando el horizonte..