No sé para qué escribo todo esto.
Será para dejar constancia de mi muerte.
Será para atraerte desde la nada absoluta de mi sueño
y para que hiervas en este infierno de deseo.
Es por tu alma altiva, deliciosamente fría y lejana
que me lastima el cuerpo con su azote cortante
de odio, de sardónica risa; de helada respuesta
a mi derretida ansiedad
de fe, de amor, de paz.
(O tal vez escribo en medio de un incesante anhelo de calor,
para que lo lea, mañana
ese minúsculo pedacito de amor
que me estalló en el vientre alguna vez).
Necesidad…enfermedad de amor latente en la sombra
de mi soledad, desesperada de Dios.
No sé para qué escribo todo esto.
Será para olvidarme de que aún debo seguir andando,
que todavía me faltan desengaños y burlas;
porque no se me ha de permitir detener
este loco ir y venir de historias vividas y futuras
y mi eterno deseo por arrancar del alma
todo lo pasado,
y mi enfermizo rencor por los futuros miedos
de soledad, de paz, de nada…
…será por eso que esta siesta de un invierno
(El más frío y triste y lánguido
de todos los que soplaron sobre mi ajada piel)
arrojo sobre el papel mis lágrimas viejas,
mancho con tinta azul el último escalón hacia la muerte
de esa alegría que alguna vez endulzó mi cara
que ya no ríe, que ya no mira el cielo:
Por eso escribo todo esto.
Por eso y nada.