Puso en ti del Autor la sabia mano
Alma quieta en sangre generosa,
Anciano fruto en niña flor hermosa,
Divino ingenio en un sujeto humano;
Mas luego puso -¡ay, triste!- Amor tirano
Entre blanco jazmín y fresca rosa
La ceraste mordaz más venenosa
Que Humor vertió de racional insano.
Tú, piadosa, quizá por no acabarme,
Huyes y escondes su veneno esquivo,
Como si esto bastara a remediarme;
Pero es aumento que en mi mal recibo,
Pues muero cuando dejas de matarme
Y sólo al tiempo que me matas vivo.