Passa, Tirsis, cual sombra incierta i vana
este nuestro vivir i, como nieve
al tibio rayo, desvanece en breve
todo apazible bien i gloria humana.
Mira cuánto en color, cuánto en loçana
juventud confiar el hombre deve,
si assí acabó Medrano: ¡ô, en buelo leve
subido aya a la estança soberana!
Siendo su fin veloz (aunque no incierto,
triste imagino aquél que nos aguarda)
sólo por no avenirle en pena, en lloro.
Tirsis, dexa este mar, buelve ya al puerto
la nave i busca el celestial tesoro:
que a nos, quiçá, tan triste fin no tarda.
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