Trina el pájaro alegre
Murmura el arroyuelo
Cuando apacibles suenan
Las hojas por el viento
Hurtando de las flores
Los perfumes sabeos.
Resuena la montaña
Y con grato concierto
Si terminan las voces
Después resultan ecos.
Salta sobre la grama
El corderillo tierno,
Silba el pastor, y brama
Por su madre el becerro.
El labrador cantando
Con el arado enhiesto
Apresura los bueyes
Llevándolos de diestro.
Con la luz reverberan
Los más erguidos cedros
Presentando sus rayos
Tornasoles diversos.
Respiran las florestas
Amorosos conciertos
A la voz del adufe,
Al son de los panderos.
Solo Dalmiro llora.
Y, tocado de celos,
Convierte en negra noche
El día mas sereno.
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