“Lo real siempre nace con la luz imprevista”
Danza tenebrosa de las sombras
Las hojas dejan de crujir cuando la realidad
Escribe sobre las pupilas de su masa negra
Las sombras cambian
los acentos son leves
El hollín de los tabancos se hace patente
La luna crece en las ruinas del subconsciente
Anochece en el día sobre calles intransitables
Aunque los brazos invoquen pájaros
Y se vuele sobre ellos devorando ramas
Cuerpos espiando su propia desnudez maltrecha
Dioses de barro sin palabras audibles
Entrada la noche los cuerpos se horadan
Se refugian se carcomen se arañan
Emergen duelos de ríos y trementina encendida
Un taller de sueños abre el fuego:
Para los amantes la noche es un santuario
Para leer la yedra líquida del agua
Deshilvanar las espaldas quitarle el hipo a la lluvia
Y desarticular con el ápice de la lengua las sienes
Para otros que no enfrentan el sosiego
La noche es una constante para beberla en los costados
Extraña botica de la intemperie
Crema del terror con cutis de hampa
Asfalto del terror donde el olvido es recuerdo
Y la dicha un residuo de la memoria
Para otros quizá sea místico paraguas
Imagen para esquivar las taquicardias del poder
Sacar las manos y hacer gestos felices
Para otros importa muy poco la noche o el día
Pero entrar a ella es sentarse en los armarios del tiempo
Trazar caracolas con tinta china
Abrir las ventanas que nos sostienen
Rasgar la oruga de los fantasmas
Ver los efectos del paisaje a contraluz
Y la geometría de los sueños sobre el granito
La noche es pues ver la luz de otra manera
A menudo tan antigua como la herrumbre
La luz es ver la noche entre matorrales
Recostada sobre las crestas de la espuma
Ambas se resisten al hábito y al instante
Porque encarnan múltiples destinos y congojas
Porque son cuando se apagan o encienden
Un extenso asombro de contrastes
Porque son para perderse como una braza en el agua
O un pájaro en la hojarasca.