(ante el sarcófago de los esposos Caere)
Seríamos tú y yo aunque menos ancianos.
Ahí es nada,
Dos mil quinientos veinte años más jóvenes.
Yo te diría
En un idioma aún intraducible
Palabras con acento de seda,
Canciones semejantes
A estas que nos gustan en discos de vinilo.
Reclinarías la cabeza en mi pecho
Y haríamos el amor de una forma igualmente imprecisa.
La noche,
Una trenza inflamada,
Se abrirá en milagrosos fuegos artificiales,
Fogonazos
Sobre un mundo infinito,
Conciencia de una eternidad diferente
Y una esperanza menos firme que la mía.
Supimos vivir.
Qué hermoso epitafio.