Mortalmente vivo

Es de nuevo la hora de mis manos
Solas como alas en un continente olvidado
Es de nuevo la hora de mis horas
Como un viento herido por ruinas y restos de
Batalla
Es de nuevo la tristeza esa de ser y de morir
De amar mortalmente vivo, de reír al galope
Con la lengua en llamarada
Goteando pájaros y arreciando muerte
Escupiendo ventanas
Y leyendo epitafios con los dedos
Es ésa la hora
La de no haber sido eterno
La hora de que dios nunca haya sido posible
Hora de palomas que se suicidan
Hora de música precipitándose por
Una cornisa con un ramo de olvido
Entre los dientes
Pero yo absurdamente crepitante
Entre el carbón que huye
Río como un molino
Porque estoy enamorado
Y seré más allá de todas las derrotas
Para envenenar con una lámpara
El telar tenebroso del silencio.


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Poema Mortalmente vivo - Jorge Lemoine y Bosshardt