Aquella tarde
de sábado, arriba
en el parque.
El amor boscoso
se detuvo en el bosque.
El amor durmió
la siesta sobre las hojas.
Y los árboles se detuvieron,
aguantando la respiración,
deteniendo su torrente
de savia
en su circulación
vegetal…
para que ni las sombras
— sobre los amantes tendidos –
arruinaran el momento.