Mi afecto, Amor, me acometió con brío,
Mas no pudo rendirme a tu obediencia,
Ni la exterior beldad que con violencia
Dio el mismo asalto al pensamiento mío;
Hasta que con más noble poderío
Allanó la razón mi resistencia,
Y por su autoridad y en su presencia
Juró tu servidumbre mi albedrío.
Mas aunque la prisión que arrastro suena,
Y sabe Cintia bien que adoro el peso,
No la oye, o no la admite, o la aborrece.
Suple o adorna tú el valor del preso,
Pues su elección ya sierva no merece
Que Cintia quiera asir de la cadena.