Canción de las gemas

A Aziyade

¡Yo adoro el diamante de luces reales!
El que desbarata diáfanos cristales
en el rizo rubio y en la trenza umbría;
príncipe nimbado de auroras triunfales
¡augusto monarca de la pedrería!

¡Yo adoro el granate que trágicamente
inflama en los senos su cáliz ardiente!
Sangre milagrosa y en luz convertida,
ascua purpurina sobre de una frente
y de una garganta luminosa herida.

¡Yo adoro el topacio de pálido efluvio!
Tarde que se muere sobre del Danubio;
ámbar encendido y beso de oro
que a la flor da el polen luminoso y rubio…
¡Con sus flavas luces al topacio adoro!

¡Yo adoro tus luces, doliente amatista!
Pupila pelada que la pena atrista;
hiedra de los hondos parques otoñales…
¡Oh mística gema del aurifabrista
que siembras de luces las capas pluviales!

¡Yo adoro tus ampos, celeste turquesa!
Azul plenilunio que las ondas besa;
myosotis regado con polvo de plata;
¡lágrima de amores que alguna princesa
dejó entre las alas de la serenata!

¡Yo adoro las luces de la pedrería
donde luminoso se desmaya el día,
los ricos joyeles, los regios tesoros,
el ópalo triste, la gema sombría
y el flavo topacio de pálidos oros!

ENVÍO

Princesa: tú sabes que en ese tesoro
más que la esmeralda y el topacio de oro,
más que los diamantes y los negros cuarzos,
tus dulces miradas son las que yo adoro…
¡Báñame en la lumbre de tus ojos garzos!


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Poema Canción de las gemas - José Juan Tablada