Los niños nos exigen un mañana

Los niños nos exigen un mañana
Donde se pueda
Respirar aire limpio
Y sin temor.
El hombre que ama a sus hijos,
Ofrecerá su corazón,
Su pensamiento,
Por un mañana sin odios y sin guerra.
Los niños crecen como las flores;
Oyen caer la lluvia
Y avanzar la alborada que despierta las frutas.
Los niños no sospechan
Que entre las luces
De la mar que descansa silenciosa en los puertos,
Ronda el aire fatal de las lluvias nucleares.
Los niños sueñan con leyendas vagas.
Sin presentir la sombra que acecha sus juegos.
Si la guerra estallara,
¿Cómo podría la escuela alegrar sus aulas?
Quedarían heridos los juguetes.
Pinocho cada vez más triste
Y perdida en sollozos
Caperucita en medio de la noche honda.
¿Cómo podría el mundo estallar en colores
Y palpitar la estrella sobre la cabaña?
Los animales inocentes
Se volverían polvo
Y la tierra una pálida cicatriz de tristeza.
La novia primorosa
No luciría sus cabellos
En la mañana azul que hace brillar los árboles.
Y llegaría Octubre,
Y en la vaga aventura del aire
No habría barriletes.
Una llaga de estruendo sería la tierra
Y quedaría solitaria.
Los niños nos exigen un mañana,
Y el que quiere a sus hijos
Oye el llamado de los niños del mundo.
Hay injusticia.
Se apaga entre fiebres y basura
Adolorido el hombre;
Pero la tierra es ancha como el pensamiento y la luz.
Siempre habrá una alondra, un astro,
Una muchacha que consuele una frente pensativa.
La mañana la siente mi corazón…


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Poema Los niños nos exigen un mañana - Roberto Armijo