Vivo entre los hombres pájaro
que conocen todo,
al menos lo importante.
A veces me dan risa con sus alas
porque la verdad
no tienen plumas sino papelitos
que van juntando o se inventan:
picotean y disputan el poder
que es un gusano inmenso.
Sin embargo, muchas otras veces
la paso alimentando ese deseo
de largarme.
Pero los hombres pájaro saben que no me iré.
No hay otro pedazo de tierra donde caerse muerto
y volveré a perder las hojas
y las horas aquí,
soportando esos horribles cantos,
mecido por los aires de grandeza.