El encarecimiento
Los silbos agudos
Del furioso viento,
Que indómito arranca
Los robles y cedros;
El río caudaloso
Que hinchado en hibierno
Las vegas arrasa
Y anega los huertos;
La horrible tormenta
Que en el crudo enero
Destruye el sembrado
Con granizo y hielo;
Y el feroz rugido
De espantoso trueno
Que ahuyenta al rebaño
Del fiel ganadero,
No me dan, bien mío,
Más pena por cierto,
Como si me miran
Tus ojos con celo.