Tomó primero en sus braços la cabeça de Muño Salido
E razonóse con ella como si fuese bivo:
“Sálvevos Dios, Muño Salido, mi conpadre e mi amigo,
Dadme cuenta de los míos fijos que en vuestras manos ove metido,
Por do en Castiella e en León erades vós muy temido
E de mejores que vos érades servido.
¡De Dios seades perdonado, conpadre e amigo,
Si fuestes vós en consejo con su tío don Rodrigo,
Lo que vos non faríades por lo que en vós no avía visto!
Cataríades los agüeros como amo e padrino,
Non vos querría creer Gonçalo Gonçález mi fijo,
Ca se doldría de mí que yazía en cativo.
E perdonatme, conpadre e mi buen amigo,
Que mucha falsedat sobre vós he dicho.”