La noche destila su licor en alambiques de música
las piedras del corazón se metamorfosean en aves de remoto canto
voces en laberintos sonoros circundan los deseos
janis joplin le ordena a los volcanes que rompan el cerco
sus nervios hacen la red donde caen todos los tramposos
en el mapa de huesos de indios
con lo que quede de américa latina quieren hacer unas decenas de mortadelas
como lo último que quede en los supermercados del infierno
los nervios se sublevan para dar paso al delirio de una guitarra eléctrica
ejecutándose entre despojos
de hombres masacrados en los campos de arroz
por sicarios de west point
una música acabará con todo este delirio de los monos de hombres
estampados sus huesos en la radiografía de un ave carroñera
un gran ruido los despertará a todos cuando menos lo esperen
en el magisterio de sus ocupaciones cotidianas
y ya no podrán tomar la leche ordeñada a la cabra tetas de oro