Si te callas y meditas
has de ver que en silencio son las almas infinitas.
Fernández Ardavín.
¡Es inútil que así llames!… No entrarás en mis jardines.
Mercader aventurero que perturbas mi oración;
porque acechan mis leones y vigilan mis mastines,
ovillados junto al muro
del oscuro
portalón…
Busca… busca, peregrino,
¡porque llevas extraviado tu camino!…
Más delante, quizá tenga reservadas el destino,
sensaciones venturosas
y alegrías bulliciosas
para ti…
No interrumpas este sueño de divina poesía…
No preguntes por tu vana, por tu loca juglería,
¡que el silencio y el silencio y el silencio reina aquí…
Cuando tornes de la vida, pecador arrepentido
y aquí busques el remedio milagroso del olvido,
con que puedas, en silencio, tus heridas restañar;
cuando vuelvas con el alma deseosa de ser blanca…
hallarás mi puerta franca
y un refugio donde goces la ventura de pensar…