“Una mujer no esperada por mí
Cabalgando llegó
A clavar en mi tierra
Su nombre y canción
Y a soltar bajo fianza el amor.”
Silvio Rodríguez
Como jinete apocalíptico,
Tu corazón asomó su brillo
Para quemar mis ciegas retinas;
Mi jardín abonó en tu tierra sus pupilas
Y de verde bañó su sonrisa para besar el alba,
Pero era sólo la noche misma.
¿De dónde, entonces, alimento mi poesía?
¿De dónde mi famélica sonrisa se fortalece?
Como un payaso me he pintado una sonrisa,
Una mueca crujiente de músculos ácidos,
De labios que lamen llamadas distantes
Y no la piel que se estremece entre la lengua.
A veces siento verterme solo dentro del tiempo
Saberme olvidado por otras estaciones
Y añorando la cobija del cabello extenso
Que con sus rizos lascivos robó mi desnudez.
Sólo quiero despertar nuevamente en casa,
Pensar que la magia no existe
Y que el corazón es propiedad hipotecada
De la razón.
A veces siento que el amor
No sabe volar,
No sabe distinguir la sonrisa en el llanto,
No sabe de nombres estelares,
No sabe de ojos hechizantes,
No sabe de orgasmos desafiantes.
A veces creo que el amor
No sabe a nada.