El párpado divino luchó con las tinieblas,
El dedo trazó un arco brillante en el espacio
Y separó las sombras de aquella luz primera
Dando vida al concepto de lo bueno y lo malo.
El sueño omnipotente determinó en dos planos
Distintos a las aguas de todo el universo
Y al vacío surgido del espacio entre ambos
-la primera distancia – puso el nombre de cielo.
Al retirar las aguas con un tercer mandato,
Sobre uno de los planos, se descubrió la tierra;
Y crecieron melenas de bosques y de pastos
Y frutos y semillas bostezaron su fuerza.
La noche abrió sus ojos de estrellas sobre el mundo
Para velar su rumbo de soledad oscura.
El corazón del tiempo palpitó su minuto
Y el Sol prendió su antorcha, reflejada en la Luna.
Las escamas de hierro navegaron las aguas
Y las alas recientes estrenaron los cielos
Y el mandato infalible consolidó el mañana
Multiplicando especies de especies en proyecto.
Y se arrastró la vida. Se agudizó el colmillo,
Se acomodó la pata para escarbar la tierra,
El eco estrenó el valle con un primer bramido
Y el bosque se hizo espeso para llamarse selva.
El Dedo escarbó el barro, el Labio sopló el Soplo
Y se copió en el barro modelado, sin nombre;
El alma conferida cobró noción del Todo
Y el barro abrió los ojos para decir: -¡Soy hombre!