“Fuego queme mi carne y por encienso
Baje el humo a las almas del infierno;
Pase la mía aquel olvido eterno
De Lete porque pierda el bien que pienso;
El fiero ardor que hora me abrasa intenso
Ni melle corazón ni haga tierno;
Niégueme pïedad, favor, gobierno
El mundo, Amor y el sumo Dios inmenso;
Mi vivir sea enojoso y trabajado,
En estrecha prisión dura y forzosa,
Siempre de libertad desesperado,
Si viviendo no espero ya ver cosa
-dijo Vandalio, y con verdad jurado-,
Que sea cual tú, Amarílida, hermosa.”