Los trenes van suspendidos en el aire. Van. Vienen.
Rieles ebrios entre los labios sumidos de los durmientes.
Abrazan la tierra y duermen en su pecho.
Nací siendo la conciencia de ellos, viajé en sus vagones.
Crecí viéndolos en las sombras del silencio.
Los anduve en Modesto, Las Pavas, San Isidro.
Siempre habité la oscuridad de sus fierros.
Su sombra es mi ser. Mi compañía. El centro de mí.
Ahora ha vuelto dibujando líneas curvas
Sobre el lienzo tensado de la muerte…