Es tan firme, Roselia, el amor mío,
Que primero verás sin orden luego
Arder la blanca nieve, helar el fuego
Y revolver su curso atrás el río:
Antes que experimentes mi desvío
Saldrá en la noche el sol pálido y ciego,
Pues antes que me mude sin sosiego
Por si lo hará un peñasco inmoble y frío
Nacerá del temor dulce esperanza
Y tierna compasión del bronce duro
Primero que yo intente abandonarte.
Todo verás sujeto a la mudanza;
Todo tendrá su fin, más te aseguro
Que lograré morir sin olvidarte.