Tocando en un tamborino
iba un moço por la corte,
al retablo combidando
de la entrada del Rey pobre.
En el corral de la Cruz
se representa esta noche,
porque desde que el Rey nace
le crucifican amores:
“Al retablo, cavalleros,
verán lindas invenciones,
y aunque no por la maroma
bolar niños boladores.”
Llenóse el corral de gente
algo después de las doze,
pero entráronse de balde,
que es el autor un buen hombre.
Las luzes se encienden luego,
y las cortinas se corren,
diziendo assí en vez de loa
el que el retablo compone:
“Silencio, señores,
verán una obra,
que más nueva que ella
no se ha visto otra;
verán que están vivas
todas las personas,
y que haze un chiquito
la mejor de todas;
verán, entre pajas,
estrellas y auroras,
parida una virgen,
penada la gloria;
verán los pastores,
que con galas toscas,
con bailes y danças
se dan la en buen hora.”
Vayan advertidos,
que es cierta la historia.”
Quitóse el sombrero,
y acabó la loa.
En un banco del corral,
para enseñar el retablo,
en la mano una guitarra,
subió un moço desbarbado.
Y, empeçando a tocarla,
se vieron en el teatro
de las manos ocho niños
que aquesta letra bailaron:
“Arrojóme estrellas el cielo
por la pasqua de Navidad,
arrojómelas y arrojéselas,
y bolviómelas a arrojar.”
No se huvieron bien entrado,
quando començó a nevar,
en vez de copos de nieve
hojas de jazmín y açahar.
Y en un jumento subida
una niña de cristal,
delante su esposo virgen,
assomó por el lugar.
A un huésped pide posada,
pero respondióle mal,
y el coloquio de los dos
començó el moço a cantar:
“-Dad posada a una donzella,
que será hazer bien por vos.
– No ay posada, andad con Dios.
– Si hará, que Dios va con ella.”
Enternecióse el pueblo
viendo la grossería
del rudo mesonero,
y enojados gritan.
Ellos entre la nieve
solícitos caminan,
alegres de llevar.
tan buena compañía.
Llegan a un portalejo,
y gózase la niña
de que el virginal vientre
sus glorias pronostica.
Retiróse su esposo,
y, puesto de rodillas,
por él cantó el moçuelo
del Rey a la venida:
“En hora dichosa el Rey pobre venga,
que hasta ver sus ojos no la tendré buena.”
Los Santos Padres del limbo
salieron por una cueva,
alçando al cielo las manos,
pidiendo que al Iusto llueva.
“Venid, romerico, a la Tierra Santa,
a ganar perdones y sacar almas.”
Quando, rompiendo los aires,
un niño que al cielo alegra
las albricias a los padres
pudo pedir destas nuevas.
“Esperad, prisioneros, de oy más alegres,
que ya el redentor de cautivos viene.”
Desaparecieron todos,
y apareció ençamarrado
Gil de las Eras, que siempre
fue un pastor atiterado.
Una caldera de migas
sacó en la derecha mano,
y en la izquierda un cucharón,
y tras él, Benito y Pablo.
Comen al son de los fríos,
beben al son de los ajos,
quando a una nube de nácar
caen hombres, migas y jarro.
La nube se abrió, y salieron
ángeles arrazimados,
cantando “¡Gloria a los cielos!”,
“¡paz a la tierra!” cantando.
Buelven en sí los pastores,
del miedo y la nieve blancos,
y a ver la entrada del Rey,
cantando assí caminaron:
“Dale a la caldera
con el cucharón,
haz tejuelas del jarro,
y hágala la razón;
haz el son y holguémonos, ¡he!,
con brincos de dos en dos y de
tres en tres.”
Descúbrese el portalejo,
y en él mil alvas y días,
y abraçada al niño Sol
cantó assí la Aurora niña:
“Yo me era morenica y quemóme el sol,
¡ay, mi Dios!, que me abraso y muero de amor.”
Llegaron los tres zagales
de laurel enguirnaldados,
y por alegrar al niño
con gracia assí le dançaron:
“Coraçón de mi coraçón,
con gusto os le doy,
y mil que tuviera
también os los diera,
porque mi rey sois.”
Para jugar unas cañas
entran aladas quadrillas,
de clarines y atabales
sirviendo aquesta letrilla:
“Las cañitas que tiran los niños
hasta el cielo bolando van,
el viento las buelve
por aquí, por allí
por acá, por allá.”
Vuessas mercedes perdonen
que aquí da fin el retablo
de la entrada del Rey pobre,
vengan mañana temprano.