Ya el agua se despliega por tu cuerpo
Con sus redes de espuma y su tenue perfume,
Que es el perfume de tu piel desnuda,
De tu piel que revive con el agua
Más acá de este día. Desde el vano,
A la confusa luz del despertar
(porque al sueño le cuesta irse a dormir),
Te veo enjabonarte muy despacio,
Con morosidad casi,
Serena en el detalle y la inspección.
Has detenido el tiempo al ignorarlo,
Y sólo yo lo advierto,
Parado en el umbral que te destaca.
Contemplo el agua algodonosa
Fluir sin pausa por tus muslos:
Dos regueros que llegan al esmalte
Y forman un arroyo improvisado.
Van también, con el agua, algún cabello,
Las íntimas heridas de la piel
Y sus fríos rescoldos.
Se van, como el agua, a ningún sitio,
Sin duda reprochando mi insolencia,
Mi pie junto a la puerta y este silencio fijo,
Que te acoge.
Amanece,
Y es tu cuerpo también el que amanece
Bajo el agua lustral de la complicidad.
No sabías que estoy, y ahora lo sabes,
Y te gusta saberlo.
En mis ojos sorprendes un refugio,
La imagen de un deseo que te afirma
(porque el sí que no enlaza no es un sí),
Y nada falta en ella,
Como en la vida.