Era una mujer que iba creciendo
Como la primera luna
Como la Sofia Loren de sus primeras Películas
Y era su boca
La de alguna diosa venerada
En la media luna de los Cárpatos
Y el vello
La hierba que crece en las marismas
La miel de la flor azul
Y al mirarla
Su pensamiento le decía:
“Aquiles, Aquiles: hay un sordo dolor
que clava su aguijón en tus talones”
¿Qué podía hacer un reencarnado
si no encontrarse con Elena
otra vez
en un país cercado por la peste
las guerras
el nunca de los ríos
el vapor de las paradojas
los caprichos de los dioses?
Y Aquiles
Que guardaba límites y sombras en su vieja billetera
Remando en sus contornos
Al mirar volar a Elena hacia las brumas de Albión
El arco en flor
Susurró para sus vísceras
“en ese cuerpo atraqué alguna vez
si es que todo no fue un sueño”
Seco
Elemental
Saludaba largamente el mar que se deshiela