El mar. La paz.
Calidez de almohada
y sábanas blancas un jueves.
Una playa de amor
sobre el horizonte de tu espalda.
Un puñado de arena.
Una sonrisa. Muchas.
La dicha fue una barca
crepuscular, bajo la lluvia.
Crepuscular, crepusculada.
Mi cintura doblada bajo tu sombra.
Tus párpados. Tus brazos.
Un beso. Muchos.
Era un vivero
preparado por semanas.
Trasplantamos cada beso a buena tierra
y crecieron árboles
para formar un bosque.
Los martes se hicieron para amarnos
Los martes, por las tardes,
del cielo cae el invierno
y por las noches, llueve.
Llueve septiembre,
las últimas lluvias.
Llueve tu cuerpo.
Llueve.
Los martes se hicieron para amarnos.
Para subir senderos y colinas.
Para mojarnos en agua helada
como sudor de madre montaña.
Besos de flor reventada
los martes desde siempre,
memoria vegetal.
Memoria sin historia,
sin argumento.
Sólo la lluvia.
Llueve.
Los martes, por las tardes,
llueve.
Nos amamos.