La sombra de las murallas se repliega.
Es mediodía.
En la luz
hay una lanza
que ciega al ojo espantado
ante su última pregunta.
El polvo se revela contra el cielo.
Ni el sueño
ni la razón serán ya necesarios.
Una oración se apaga.
Los veranos
oscurecen
entre siglos
de irrepetibles instantes.
Las murallas están desiertas.
Huye el galopar de la memoria
hacia la incertidumbre del alma.