Dueto

-Tus ojos han tejido una luz extraña en mi mirada.

-Es que has despertado el bosque y los marinos del bosque.

-Hace azul, ¿Dónde estoy?

-En mis brazos. Allí donde tu río se incendia.

-¿Y esta luna sobre mi cuello?

-Es mi noche que quiere sellar tu piel.

-¿Comienzo?

-Comienzos.

-¿Y por qué te abres los párpados cerrados?

-Para mejor ver tu prisa salpicar mi espera. Par oír a nuestros labios despegar.

-Tú y yo, vuelo de gritos.

-Tú y yo, alas migratorias del poema.

-Seré para ti el pájaro y el cazador.

-No me vencerás: yo me ofreceré a tu fusil.

-Lo plantaré en tu corazón hasta la conquista.

-No es más que perdiendo que se merece el viaje.

-¿Cómo llegar? Tú tienes el cuerpo numeroso de la ilusión.

-¿Por qué llegar? Sé la mano duradera de los fantasmas.

-Tus caderas, pórticos del purgatorio de los perezosos.

– Mis caderas, barrotes de la prisión que libera.

-Mujer tengo sed, viértete.

-Que tus nombres te abreven: ellos perlan sobre mis labios.

-Dejaré a los pecadores llegar hasta ti.

-Pero el violín queda cerrado. ¿Sabrás desbotonarlo?

-Aprenderé. Lo sacudiré como a un árbol hasta hacer fluir todas sus músicas sobre mi lengua.
Lo trabajaré como un artesano su oro, como el depravado su condena.

Lo aprenderé.

-¿Y me harás tuya, bandido?

-Sin cesar y nunca.

-Amo el estremecimiento que arrancarás de mi garganta.

-Entonces ven. El vino retrocede sin ti.


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Poema Dueto - Joumana Haddad