Doña Sancha entró en Vilvestre, todos a reçebirla salen,
Coberturas villutadas, bofordando van;
Mudarra a doña Sancha las manos le fue besare,
Diziendo a altas bozes: “¡Justicia el cielo faze!
Señor, d’ este traidor tú me quieras vengar.”
Deçienden todos de las bestias, al palaçio van entrar.
Entonce dixo don Mudarra a doña Sancha su madre:
“Vedes aquí el traidor, agora lo mandat justiciar.”
El traidor cerró los ojos e la non quiso mirar;
Catávalo doña Sancha en el suelo donde yaz,
Echado en unas colchas vio correr d’ él mucha sangre:
“¡Grado e gracias a ti, Señor rey celestial,
Que veo el sueño que soñé que bevía de la su sangre!”
E fincó los inojos para beber, d’ él a par,
Mas desque así la vio esse Mudarra Gonçález,
Rebatóla en los braços, ayudóla a levantar.
“Non lo fagades, señora, non quiera Dios que tal pase,
Que sangre de omne traidor entre en cuerpo atan leal;
Afelo en vuestras manos, mandatlo justiciar.”
Los unos dezían: “Señora, cada día un mienbro le tajad”;
Los otros dezían: “Señora, mandaldo desollar”;
Otros le dezían: “Por Dios, vámoslo a quemar”;
Los otros le dezían: “Señora, vámoslo a apedrear.”
Allí fabló doña Sancha, oiredes qué dirá:
“A todos lo agradezco que vos sentides de mi mal,
Mas quiero esta justicia fazer a toda mi voluntad;
Plaziendo a Dios e a don Mudarra yo quiero ser d’ esto alcalde:
En Burgos fueron las bodas, al tablado alançare,
Sobr’ esto se levantó esta traición atan grande,
Por cativar mi marido, mis fijos descabeçare;
Alçaldo agora en dos vigas, pies e manos le atade,
De los que finaron en la batalla vénguese agora su linaje:
Escuderos e cavalleros, e los que pudieron alcançare,
Con lanças e con bofordos todos vengan alançar,
Que las carnes del traidor hayan a despedaçar,
E desque cayere en tierra apedreallo han.”
Como doña Sancha mandó, así a fazerlo van.
Veriedes las carnes del traidor todas a tierra caen,
Ca la conpaña era mucha, aína lo van despedaçar;
Ayuntaron los pedaços, piedras sobre él van lançar,
Cubierto fue d’ ellas, diez carradas sobre él yazen.
Agora quantos por ý pasan de Paternoster en lugar,
Con sendas piedras al luziello van dare,
E dizen: “Mal sieglo aya la su alma. Amén.”
Por esta guisa es maldito aquel que traición faze;
Non fallaredes en España qui su pariente se llame.