A la falsa noticia de la muerte de Mac-Gregor.
Lleno de susto un pobre cabecilla
Leyendo estaba en oficial gaceta,
Cómo ya no hay lugar que no someta
El poder invencible de Castilla.
De insurgentes no queda ni semilla;
A todos destripó la bayoneta,
Y el funesto catálogo completa
Su propio nombre en letra bastardilla.
De cómo fue batido, preso y muerto,
Y cómo me le hicieron picadillo,
Dos y tres veces repasó la historia;
Tanto, que, al fin, teniéndolo por cierto,
Exclamó compungido el pobrecillo:
-¿Conque es así? – Pues Dios me tenga en gloria.