Dios del cielo, rey del mundo,
Por siempre seas loado,
Que mostraste tus grandezas
En todo cuanto has criado.
Heciste reinos distintos,
Cada uno en su grado;
Dísteles muy justos reyes,
Cada rey en su reinado,
También diste a Portugal,
De moros siendo ocupado,
El rey don Alonso Enríquez,
Que se le hubo ganado.
Este sancto caballero,
Del tu poder ayudado,
Venció cinco reyes moros
Juntos en campo aplazado;
Tus cinco llagas le diste
En pago de su cuidado,
Que las dejase por armas
A su reino señalado.
¡Recuérdate, Portugal,
Cuánto Dios te tiene honrado!;
Diote las tierras del Sol
Por comercio a tu mandado;
Los jardines de la tierra
Tienes bien señoreado;
Los pumares de oriente
Te dan su fructu preciado;
Sus paraísos terrenales
Cerraste con tu candado.
¡Loa al que te dio la llave
De lo mejor que ha criado!
Todas las islas innotas
A ti solo ha revelado.
De quince reyes que has tenido
Ninguno te ha desmedrado,
Mas de mejor en mejor
Te tienen acrecentado;
Todas tus reinas pasadas
Sanctamente han acabado.
Si a Dios diste loores
Por cuantos bienes te ha dado,
Dale gracias nuevamente,
Pues de nuevo te ha mirado.
Diote el rey don Juan
Tercero deste ditado,
Y de su reina preciosa,
Porque seas más liado,
Dos hijas primeramente,
Todo por Dios ordenado;
Como quien sabe lo bueno,
Ansí te lo ha guisado.
Bien sabes, reino dichoso,
Las infantas que te ha dado,
Unas para emperatrices,
Otras reinas que has criado,
Los más reyes de la cristiandad
De su progenie han manado,
Y otrosí emperadores
Procede de su costado.
Tú príncipe natural
Dios te le tiene guardado,
Y nacerá en tus manos
A su tiempo limitado.
¡Cantad esto, mis serenas,
Y sea muy bien cantado!