Dexa el palacio cárdeno de oriente

Dexa el Palacio cárdeno de Oriente
Dorado Febo, de abrasado y rojo
Rayo sutil bordando cielo y tierra.
Muestra su luz y el claro y luzie[n]te ojo
De la serena noche sale ardiente
Por la llanura de vna inmensa sierra;
Y al punto que la encierra
En su concha espaciosa
Glauco, y Tetis hermosa,
Sobre la verde yerua reclinado,
Mísero labrador descansa y tiempla,
Del trabajo passado,
Vn alma triste que en su mal contempla.

Mas yo, cuytado, todo aquel tormento
Que el solo día me ha dado,
La noche aprieta más su sentimiento.
Enciéndense las nubes de Occidente
Del cansancio y ardor que Apolo lleua
Al acabar su curso presuroso;
Cay la noche tras él, y, en valle o cueua,
Cansado caminante oluida y siente
La dureza del día trabajoso,
Y al seguido reposo
Boluiendo el pensamiento
Del passado tormento,
Con la memoria de su mal descansa
Y en el dolor se alegra del trabajo.

Yo, cuytado, a quien cansa
El día si el Sol se alza y si está bajo,
Más crece mi tormento endurecido
Quando más se le amansa
A quien passiones fieras han rendido.

Mísero ganadero, a quien fortuna
Tiene por conduzido jornalero,
Al trabajoso oficio del ganado,
Si la más clara luz del hemisferio
Dando lugar a la encantada luna,
Que de su luz esconde la que ha dado,
En cueua, monte o prado,
Donde noche le halla,
Da tregua a la batalla
De su afanada y trabajosa vida,
Premiando la fatiga rigurosa
Del día recebida,
De la noche pagada: yo, no ay cosa
Que aliuuie mi ánimo doliente,
Quando la esclarecida
Luz del Sol da en Ocaso y en Oriente.

Cansado y aflixido nauegante,
Dexa la mar y dexa la tormenta,
Los fatigados miembros recreando;
Y en la segura playa llora y cuenta
Quántas vezes vió a Iúpiter triunfante,
Quántas en su dolor piadoso y blando;
Y tal está llorando,
Que aumenta con su llanto
A la tormenta espanto
Y al espíritu libre gozo inmenso
Del passado dolor del bien seguido.

Yo, si en mis males pienso,
Nueuo daño lastima mi sentido,
Que el hado fiero que mi vida sigue,
Con mi tormento intenso,
Si no puede con otro, me persigue.

Vase acercando al fin de su jornada,
Entre inflamadas nubes, Febo ardiente,
Dorando el Norte y el Ocaso hiriendo;
Tornan los bueyes sueltos la corriente
Mansa, buscando la campaña harada,
Libres del yugo a descansar paciendo;
Y quanto están gimiendo,
Tanto la noche amiga
Aliuuia su fatiga
De la lucha, que el día riguroso
Tray, con la noche llena de alegría.

Yo, triste, a quien rabioso
Y eterno mal persigue noche y día,
Si qua[n]do está en el cielo el Sol me acaba
Mi estado trabajoso,
Más carga si en el mar su frente laua.
Canción, a tanto daño y desventura
El remedio ha de ser el no buscalle:
Hazeos habitadora destas cueuas,
Quedaos en este valle,
No deis al mundo de mi estado nueuas,
Pues puede el cielo apena remedialle.


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Poema Dexa el palacio cárdeno de oriente - Francisco de la Torre