Me duele saber que la vida encarna oscuridades.
Encarna luz, clavos y maderos.
Adonde va le sobrevive un cielo de pájaros negros;
Los ojos de la lluvia ciegan sus alas,
La lengua de la piel transpira fantasmas.
¡Qué muerte vive entre mis manos!
¡Qué noche se va haciendo en la piel y la mente!
Con mis últimas ropas, la espera es inmensa;
La oscuridad, atroz. La luz, innecesaria
Cuando la mirada está inerme y el sonido
Calla como un toro en desbandada.
Ah, destrucción, tú me has hecho
Cada instante bajo el fuego ensimismado de las sábanas.
Tú, boca de tizne. Tú, saliva hambrienta de la ilusión.
Tú me has hecho de palpable ramazón moribunda…