El coche en sombra bajo el tendejón
Y flecos de maleza parda junto a las ruedas.
El sol de mediodía percute en el asfalto
Y siembra el arenal de transparencias.
Dos muros desdentados,
Una señal de tráfico,
Restos de chapa y neumáticos rotos
Son cuanto evoca
El tiempo de los hombres, su transcurso.
La botella de agua y tus gafas veladas.
Estar de paso es de repente
Este paisaje alucinado,
Esta incredulidad de diez minutos
Que es otro modo de distancia
Y convierte la vida en memoria precoz.
Dejas caer el agua por tu frente
Y el pelo se te encrespa, más oscuro.
Has vuelto a abrir los ojos
Y una sonrisa rompe el maleficio,
Este breve paréntesis de insidia
Que tiembla con el aire, como humo.
La mueca de tu alivio es una calma
Y sé reconocer su contundencia.
Veloz hacia un destino
Que nos llama sin conocernos,
El coche arranca y deja surcos en el arcén.
Queda sólo esta luz,
La aguja fiel de agosto
Que horada cuanto toca,
Más allá de nosotros.