De una pesadilla

Noche fría y silenciosa.
Yo de pie junto a una fosa.
Lento tañir de campana
Muy lejana
Da la una.

La necrópolis desierta,
Sobre el mármol de las tumbas cual mirada de una muerta,
La caricia luminosa de la Luna.
Y cual aves desoladas procelarias,
Roncos vientos quejumbrosos,
Como un eco agonizante de plegarias
Palpitante de sollozos.

Salmodiando su siniestro cancionero
En las ramas de un ciprés estremecido,
Lanza un pájaro agorero
Su graznido.
Y un can negro, seco, hambriento.
Busca en vano entre las grietas algún mísero sustento.
En el borde del osario,
Dos esqueletos confunden sus maxilares con besos,
Y crujen, crujen sus huesos
En un abrazo nefario.

Y de repente uno de ellos
Del otro se desenlaza.
(Se me erizan los cabellos.)
Corre a mi lado y me abraza…;
Y me estruja, me sofoca
Con su vehemencia insensata;
Ansioso muerde mi boca…;
Y, derribándome al suelo,
El cruel espectro me mata
Con sus ósculos de hielo.


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Poema De una pesadilla - Claudio Peñaranda