Ellos que sin perderse
no se identifican
tienen asegurado el cóncavo
donde guarecerse.
Ellos saben comprobarse
aún sin trazos,
sin marcas,
sin adornos;
extenderse en el espacio
andamiados de luz
y jugar con los cuerpos.
Ellos no supieron mentirse,
ni estuvieron
al margen de su ley
son felices
sin otra razón que remontarse.