Fue como una conquista la ciudad
cinco ratas huían por cada beso tuyo
cinco animales muertos
cinco cloacas trascendidas por cada virtud
en cada uno de tus gestos una hazaña
en tus cuestiones la razón de existir
los titubeos para abrirse camino entre los sueños.
No estuve en la ciudad no la atrapé en su época
pero se hizo entrañable sobre el suelo que nos crecía juntos
me poseyó su extraña alevosía la feroz certidumbre de tus manos
y comencé a fundar sobre cuerpo
catedrales
pirámides
canales
en el urgente espacio de su templo.
No estuve para siempre
pero grabé en su carne el nombre
de tus calles me asaltó la extensión de la llanura
en el temblor del tiempo.
No estuve pero supe encontrar sus laberintos
y al calor de sus grutas construí la palabra
que me acogió de nuevo como una identidad
y abrió las avenidas en que pude tocar
-ya para siempre-
el corazón intacto de los dioses.