Vestido con mal gusto y ese aspecto
De perro triste, eres mi pesadilla
Y también una incógnita. Quisiera
Saber cómo es el mundo cuando abres
Los ojos para ver la gloria ajena,
Y si serás feliz y todo eso.
E intento comprender y, elucubrando,
Empiezo a imaginar más amplias miras
Para lo tuyo: mención en el Guinnes,
Congresos de cazadores de autógrafos,
Un mundo clandestino – como el nuestro –
Con revistas, no sé, correspondencia…
O tu fascinación sencillamente
Por gentes que han de serte tan extrañas
Y complicadas como tú lo eres
Para mí, o lo que dirán tus padres,
Una forma cualquiera de pasar,
De haber estado aquí.
Mientras nosotros
Fingimos no escuchar, tú cuentas otra
Historia a uno que finge que te escucha
(cómo dijo y el gesto de las manos
Y el ambiente que había) y luego exhibes
Con orgullo las pruebas indudables
Del contacto (la firma y una foto),
Y de eso vives, de eso te alimentas.
Ojalá no tuviera la sospecha
De que nos parecemos demasiado
Y que compadecerte es un pretexto.
Acaso tú eres más sabio que yo:
Un perdedor sin más. Todos perdemos.