Cuando por fin hablamos ya era tarde.
Tu presencia – no obstante – se repite
Y se queda flotando cada noche en el aire,
Como un pez en el agua – de ojos negros.
El deseo se pierde
-lento, y oscuro, y en penumbra –
Como un fuego encendido
-sordo, pequeño y lento-,
Como una casa sola en el fondo de un valle.
El deseo de verte
-triste y casi olvidado –
Se pierde como en sombras,
Pero luego vuelve.