Canto iv

Aguas destiladas de culpa;
aguas heridas,
olas vitales.
Baño sagrado.
“Ganges ser que no bañas”
Triunfo erótico de humedades curváceas,
acumulación explosiva de vapores
previo a la tormenta que castiga,
en el vaivén de la vida, símbolo inundado de totalidad.

Regeneración bautismal
para seguir sirviendo al dios que con su látigo domina.

Aguas, fáciles o dificiles,
con las que todo mal o bien
comienza o acaba;
el acopio y la nada.
Las guerras y las iras por sí solas se consumen.
Llega al fin la paz bronceada
en palomas blancas
extendiendo con sus besos
en forma de pico
un ramo de olivo mágico.

El cielo decreta un arco iris
enarbolado durante doce horas,
entre el sol y las nubes grávidas.
Doce horas y la noche
(La humanidad se compone
pendularmente de noches).
Aunque crezcan de nuevo las murallas,
o engañosas telas de arenas,
como páginas de tiempos y sombras,
y las gaviotas vuelvan a comer basura,
la esperanza resucita en los mortales
hacia una vida en flores,
alba pura y sana
con un almanaque que dice
“mientras germine el olivo
de palomas liberadas
animando el reloj azul
en plazas rejuvenecidas
sobre el lenguaje intenso del agua,
brotarán parejas ilusas,
raíces encendiendo llamas.”


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Poema Canto iv - Luis Alberto Ambroggio