Escucha el ulular del viento contra el muro;
La hiedra, las acacias baten la piedra sin descanso
Y dividen el tiempo como tiernas cuchillas.
Yo te he visto en los intervalos: la luz
A rachas alumbraba tu rostro en la tormenta.
Eras tú y no eras: pues en la oscuridad
Yo te llamaba y tú me respondías,
Y también era tuya esa negrura,
Tuya como el eco absurdo del viento.