El cuerpo sin túnica hacia la eterna luz.
Embriagado, cansado, entre telones
De espumante grito y secreta saliva.
Adónde va, polvo de las sombras, sangre del destello,
Transitorio como el pájaro que pisa el follaje
Y canta con plumas derretidas de invisible garganta.
Adónde cuando el ojo yace yerto
Y el cielo es esa espuma blanca en la comisura de los labios.
Allí un bosque quiebra las ramas del torrente
Y ciegamente los muros ciñen las alas de los ojos.
¿Adónde se va desnudo masticando el último beso?
No. No lo sé. No sé si Dios vive en esta agua oscura,
En este cielo duro bajo tierra…
Muchos me dijeron: Aquí comienza la vida eterna;
Pero esto es extraño cuando uno se pierde
En los brazos hondos, sin origen, de la herrumbre.
Otros invocaron el misterio de Lázaro y fue inútil.
Sólo la tierra se movió con la pala del sepulturero
Para seguir desparramando una escala de grises brillos.
Lo demás ya se sabe: Uno se funde en la eterna argamasa
Como el prisionero detrás de barrotes sin memoria.