“A Sixto”
Iba huérfano de “dioses”. Caminando el alma, ciego a tu luz.
Fantasmas izaron vuelos de gaviotas. Yo transido, en pies descalzos sangrando mis
Plantas, falto de tus manos.
Yo deshabitado por obscuros campos otrora celestes, en noche eternal iba
Terminándome.
Eras médula, silencio, bulla de olas renovando ternuras de otros crepúsculos. Mar,
Riscos y en la trastienda de la muerte un susurro ronco apenas audible, truncó el
Trino.
Siento heladas calando el atavío que dejaste como única heredad, ovillo razones en
La marcha para no seguirte. Sufro el frío hambriento de presencia, yerro
Desérticos los tiempos y no estás.
Te guardaste para siempre en los añiles y camino, perro solo por donde mares
Buscando extremos del cielo con tu foto gastada en mi bolsillo izquierdo hablando
Con el Loco.
Escribo tirado en esteras de todos los cuartos o relleno los blancos del cuaderno
Amarillo con tu nombre.
Peregrino paralelo a mí llegas cabalgando la estrella que compramos, hoy nave
Despojada. No será este el último sondeo que intento sobando lomos al recuerdo.
¡Siquiera tu voz distrajera el duelo! ¡Siquiera fuera pez para hundirme en las aguas
Y buscarte!
En pleamar oigo, suspiros de ángeles rozando mi Catedral de huesos cargando en
Mis espaldas, el bagaje de sueños que dejaste.
Solo de soledades adorno la casa dibujando tu sombra en cada espejo, así sea
Invierno y no te encuentre.