Ya no te amaba, sin dejar por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, y sin embargo el beso
de la repulsa nos unió un instante…
Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante.
Ya no te amaba, y me turbé, no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.
Y ya perdida para siempre, al verte
anochecer en el eterno luto,
-mudo el amor, el corazón inerte-,
huraño, atroz, inexorable, hirsuto…
¡Jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel minuto!