Ya de cristales de tu curso bello,
Clara verdad de las vecinas flores,
Murmuran sin recato mis amores
Cuando más tiernamente me querello;
Ya me descubren la coyunda al cuello
Mis mejillas surcadas con dolores,
Marchitas de sus campos las colores
Y nevados los montes del cabello.
Bien claro, amigo arroyo, me has mostrado
-mas qué mucho – mi loco desvarío,
Si doctrinas los troncos de aquel prado;
Pues hoy harás emulación al río
Con la paga que ofrezco a tu cuidado
En las corrientes de este llanto mío.